Una pieza optimizada técnicamente, que se integra a su entorno a través de su transparencia.

La propuesta contempla un espacio multiuso para 400 personas, se poza sobre un estrecho corredor de grandes árboles de eucalipto entre un reservorio y un campo extenso de la cancha de Polo. Este corredor se alza casi 5 metros sobre el nivel de la cancha y contiene el reservorio, cuyo nivel de agua queda pocos centímetros bajo el nivel del corredor.

Se plantea una pieza que se emplaza <<entre>> los árboles y es parte del reflejo del agua y el paisaje de la cancha de polo. Este espacio permite una conexión visual casi opuesta entre el agua y el campo. Desde afuera, al otro lado del reservorio, el reflejo de esta pieza se ve duplicado en el agua, y desde la cancha, es una franja transparente que se convierte en una lámpara cuando se enciende.

Para la construcción, se plantea un sistema prefabricado en metal, con la intención de que las piezas se posen sobre la superficie sin incidir de manera agresiva en el paisaje. Las piezas se modularon según los formatos existentes en el mercado para reducir al mínimo el desperdicio, facilitar el traslado y montaje y optimizar los recursos, al mismo tiempo que se simplificó su fabricación para reducir tiempos y costos de construcción.

Dentro de esta estructura metálica, una caja de cristal es la encargada de bordear y contener el espacio, permitiendo la inmersión total del usuario en el paisaje. Los cuatro lados de este espacio enfrentan paisajes distintos, convirtiendo el entorno inmediato en un elemento esencial de la pieza arquitectónica.

Este diáfano espacio también permite una gran flexibilidad para la variedad de eventos que puedan darse en él. Las dimensiones, los materiales y sus características constructivas y estéticas, generan un espacio casi neutro, que se transforma con cada intervención.