El proyecto se encuentra en la isla Portete, en Esmeraldas. Es una isla de 6 por 2 km que tiene el Océano Pacífico al oeste y reservas de manglares al este. La isla fue afectada por el terremoto de 2016, desplazando a 80 familias a un complejo de viviendas en tierra firme, ajeno a sus costumbres y sin condiciones térmicas adecuadas. Los materiales endémicos de la zona, como el bambú, la madera y la paja toquilla, fueron reemplazados por placas de zinc, bloques y concreto. Estos cambios han afectado el paisaje natural y el turismo, que es la principal fuente de ingresos para la comunidad.
Hemos estado trabajando durante un año con la comunidad para convertirla en una isla sostenible, con viviendas asequibles y decentes, equipadas con bajo impacto ambiental y que contribuyan al paisaje. Estas piezas utilizan materiales renovables de la región, gestión de residuos, energía limpia y la modernización de sistemas de construcción. Líderes comunitarios y técnicos se han involucrado en este proceso bajo el lema de «aprender haciendo». Hemos demostrado que los espacios públicos educan y se convierten en escuelas para capacitar a las personas, abrir nuevos campos de trabajo y promover la consolidación sostenible.
Se han construido 7 casas autosuficientes y se construirán nuevas infraestructuras utilizando catenarias de bambú, demostrando la adaptabilidad y flexibilidad del material para llevar a cabo proyectos que fortalezcan el turismo responsable y respondan a necesidades como un centro deportivo, una casa comunal, un muelle de manglares y una escuela-museo del conocimiento.
Metas de sostenibilidad
Elevación de lugares
Los elementos comparten el mismo lenguaje arquitectónico que responde al sistema de construcción de bambú y toquilla. Las infraestructuras son llamativas por su morfología, diseñada a partir de la técnica para lograr una mayor resistencia estructural. Las pendientes largas conectan los volúmenes con el paisaje natural que se mezcla entre las palmas. Cada elemento construido es autosuficiente e incluye sistemas de recolección de aguas subterráneas, tratamiento de aguas residuales mediante biodigestores, filtros biológicos y campos de infiltración. Se utilizan los vientos para bombear agua y generar energía limpia para cada infraestructura. La isla se concibe como un organismo vivo con sinergias entre su entorno y sus recursos.
Planeta saludable
El proyecto optimiza técnicas para lograr eficiencia sin descuidar la calidad ni la seguridad. Un conjunto de estrategias y detalles para reivindicar la construcción en bambú y toquilla con el objetivo de hacerla accesible y sostenible. El proyecto contempla la escuela-museo que potenciará la conservación del manglar, el cuidado de la fauna endémica protegiendo la anidación de tortugas en la zona, la gestión de residuos sólidos y líquidos para no contaminar el manglar y el autoabastecimiento de electricidad. Los componentes diseñados para la isla se convierten en una escuela para jóvenes que confían y valoran el material, los procesos y el cuidado de la flora y fauna de la isla.
Comunidades prósperas
Cada prototipo de vivienda permitió capacitar a hombres y mujeres técnicos en construcción, brindando otra opción de empleo en la isla y áreas circundantes. Este es un proyecto a largo plazo que tiene como objetivo demostrar que los materiales endémicos de la zona con sistemas vernáculos de la costa, más la modernización y la visión contemporánea, permiten la creación de espacios con gran proyección laboral y económica sin poner en peligro los ecosistemas naturales. El proyecto considera cada construcción como una escuela itinerante de conocimiento donde se expande el conocimiento sobre el tratamiento del agua, preservantes naturales y estructuras. Herramientas que permitirán a la comunidad reconstruir sus hogares de manera más sostenible y segura.
Economía viable
El turismo es el motor económico de la isla y se ha visto afectado por la falta de servicios y la destrucción de paisajes naturales durante la reconstrucción posterior al terremoto de 2016. Promover el turismo comunitario y responsable es la motivación de los habitantes para rescatar la isla, generando empleo en respuesta a las altas tasas de migración a ciudades vecinas. El cuidado de la isla se fomenta a través de las infraestructuras; las casas se abren para que los visitantes vivan la experiencia entre bambú y toquilla, aprendiendo de dónde se obtienen los materiales y el agua, y cómo se gestionan los residuos. La microeconomía local mejora mediante servicios en torno al paisaje natural y construido.