El terreno se ubica en Guayllabamba, una parroquia rural a una hora de ciudad de Quito, caracterizado
por ser una mancha verde dentro de un valle seco.
El pedido
Una pareja conformada por una historiadora y un director de cine, en la etapa post- pandemia, vieron la necesidad de construir un espacio para desconectarse de la ciudad y reconectar con la naturaleza, un espacio de descanso y trabajo durante temporadas de aislamiento, y fines de semana.
En un terreno familiar, lleno de vegetación y, sobre todo, árboles de aguacate, encontraron el lugar ideal para implantar su nuevo espacio.
La obra surge como una caja de tierra, un elemento que se implanta en el lugar con el frente y espalda abiertos, conectados a los jardines circundantes capturando la vista más íntima para la casa como si se tratará de una cámara fotográfica.
Se plantea un espacio abierto de planta libre dividido solamente por un mueble. Que ayuda a organizar el espacio y el almacenaje.